martes, 15 de marzo de 2011

Las primeras ideas que se vienen a la mente son indescifrables

Las primeras ideas que se vienen a la mente son indescifrables. No le encuentro razón alguna pero sí creo que algo de margen traen consigo ciertas palabras en cada momento que siento su ternura, su voz y siento que existe algo más allá de lo común a los otros entes pensadores. Existe química y gracia de vida. La sintaxis entre 2 es como un juego de palabras, juegos de deducción y de comprender los diversos códigos que se dicen unos de otros. ¿Existe una razón?
Es inevitable, pues mas allá de todas criticas por partes de las masas lo cierto es que es raro, pero rico y llenador. Ya el hecho de estar con ella a tu lado es una sensación sin explicación. Te sientes en otro mundo. Quizás eso sea la conquista, el amor, o la ilusión como se les llama muchas veces.
Cuando hablas no sabes que decir. Tiendes a dar largas conversas, de diversos temas, a buscar ideas que vengan de donde sea o escusas para verla lo más posible, sea un encuentro en el metro o una picada de comida cerca de la esquina. Todos sabemos que las cosas se notan, se notan y se notan ante los celos de otros y otras. Que nos roban los momentos mágicos de felicidad. Aquellos momentos en que crees que toda magia de los cuentos que alguna vez nos contaron de niños era cierto, o como de aquellas películas románticas donde nos gustaría haber sido el personaje. Sientes que tus diálogos son de película y que ella te escucha atentamente cada palabra que de tus labios se marchita. Es rico, es grandioso, es amor y cariño. Amor de siglos, amor de ilusión y contrastes. Pero como en cada caso, las cosas se opacan algo ocurre, los factores del tercer siempre aparecen y opacan las cosas que son bellas en su momento. ¿Por qué siempre ocurre eso? Las personas tienen miedo, envidia y celos. Las humillaciones son parte de ese juego por el arte de la satisfacción personal, pero ocurrido eso las cosas en verdad importan más que antes. Son detalles peligrosos como diría un viejo amigo, son típicas escenas de tontos personajes de televisión, o son pendejadas como diría mi abuela.
La satisfacción de tratar de hacer que el otro se sienta lo mejor posible es un arte. Se requiere práctica, se requiere dedicación, tiempo y especialmente amor. Amor que fluye entre las venas, entre los poemas como Huidobro, como Parra y como otros tantos de este país. Se siente en al ciudad, en los edificios, en las esculturas, en los músicos de las micros, en los arboles que me dan la bienvenida a Pichilemu una semana antes del terremoto. El amor, la nostalgia y los deseos se sienten cada día. Cuando topamos con alguien en el metro se produce una sensación de enojo pero sin querer decirlo también se produce la química ya que sentimos, somos humanos y nos gusta. Queremos ser felices, queremos beber el vino de la vida, la experiencia y las cosas nuevas que contaremos en los libros a la edad de los 73 años. Diremos que cosas hicimos, que cosas gritamos, con qué diablos peleamos, en cuantos dioses creímos y diremos finalmente yo estuve allí, cuando se cayeron las torres gemelas, cuando mataron a mi vecina por celos, cuando salió el presidente del pueblo, cuando por primera vez me cure, cuando entre a la universidad, cuando aprendí quienes eran realmente mis amigos, pero principalmente recordare y diré... cuando conocí el amor de mi vida. Ella que con el solo hecho de mirarla cada día completa mi existencia.

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